Hace pocos días he subido mi Top 10 de frases favoritas del 2016, entre ellas destaca la siguiente: «Has sido en todos los
sentidos todo lo que alguien puede ser» es una frase que me gustó muchísimo y
que se convirtió en una de mis favoritas, lo curioso del caso es que dicha
frase no pertenece a ningún libro.
No, nada que ver, dicha frase pertenece a
uno de los fragmentos de la carta que la famosa autora le dejó a su esposo
antes de suicidarse.

Su nombre de nacimiento era Adeline Virginia Stephen, nació
el 25 de Enero de 1882 en Londres. Virginia creció en un entorno donde la
cultura y la literatura era algo abundante y frecuente. Su padre, Sir Leslie Stephen
fue un historiador, crítico y escritor, además de ser director del Dictionary of
National Biography.
Desde pequeña demostró su interés y afición hacia la lectura pero no fue hasta los
16 años que pudo tener acceso ilimitado a la biblioteca de su padre, un lujo
para una chica de la época victoriana. Esto contribuyó mucho a su carrera como escritora.
La muerte de su madre, Julia
Prinsep Stephen en 1895 fue el principio de una serie de depresiones que la
torturaron a lo largo de su vida, y cuando murió su padre en 1904 fue otro
trastorno que debió afrontar con tan solo veintidós años, aunque en una de sus memorias
manifestó que, de cierto modo había sido un alivio poder librarse de esa figura
tan tiránica y demandante.
Luego
de la muerte de su padre, tanto ella como sus hermanos se mudaron al barrio de
Bloomsbury, donde se formó el reconocido «Grupo de Bloomsbury» conformado por
intelectuales como: Leonard Woolf, Lytton Strachey, Saxon Sydney-Turner y Clive Bell, entre
otros, quienes se caracterizaban por la libertad de pensamientos.
En 1912 se casó con Leonard Woolf, quien a pesar de su enfermedad se convirtió en su compañero
de vida. Para entonces ya a Virginia se le había diagnosticado trastornos de
doble personalidad, enfermedad que la llevo a estar internada y alejada de la
ciudad en varias ocasiones.
Curiosamente
la ansiedad y la depresión desencadenaron en ella la inspiración necesaria para
mantenerla siempre escribiendo y de allí alguna de sus obras más reconocidas: La señora Dalloway (1925), Al
faro (1927), Las olas (1931), y su largo ensayo Una habitación propia (1929), con
su famosa frase «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción» haciendo énfasis en
la independencia de la mujer.
El 28 de marzo de 1941 con 59
años de edad Virginia Woolf se sumergió con los bolsillos llenos de piedra en
el río Ouse, cerca de su casa en Sussex, se presume que días antes había intentado
suicidardarse sin éxito debido a que después de un paseo matutino volvió a casa
empapada, no quiso dar explicaciones y sólo mencionó que se había caído.
Antes de quitarse la vida dejó dos cartas: una
para su hermana Vanessa y otra para su esposo Leonard, las dos personas más
importantes de su vida.
«Querido:

V. »

Pese a su triste desenlace, Virginia Woolf se caracterizó por ser una
mujer que se afanaba por romper los estereotipos implantados en la época sobre
la mujer, se le reconoce como una feminista revolucionara y es, sin lugar a
dudas, una de las figuras más destacadas del modernismo del siglo XX.
1 comentarios
Huy, pues si te interesa el tema, creo que este año varios blogs organizan un reto llamado escritores suicidas.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.